En 1925 Albert
Einstein y el físico indio Satyendra Nath Bose
predijeron que si un gas diluido de un tipo especial
de átomos u otras partículas subatómicas es enfriado a
temperaturas muy cercanas al cero absoluto (0 Kelvin o
-273,15 °C) se forma un nuevo estado de la materia,
llamado condensado de Bose-Einstein, en el cual los
átomos se funden en una entidad cuántica de
características macroscópicas. Este fenómeno, a pesar
de estar detrás de otros que se conocen desde hace
décadas tales como la superfluidez del helio, recién
pudo ser observado experimentalmente en estado puro
setenta años después. A pesar de la agitación que
produjo el experimento en la comunidad de físicos -les
valió el premio Nobel de física en 2001 a sus
realizadores-, no fueron pocos los que se preguntaron
cómo continuaría la historia a partir de allí; después
de todo, lo que había era un experimento que venía a
validar una teoría desarrollada 70 años antes, y que
nadie suponía errónea. Este capítulo de la mecánica
cuántica parecía concluido. Sin embargo habría más. En
esta charla, además de describir este fenómeno, voy a
comentar acerca de los desarrollos que le siguieron, y
me referiré en especial a la forma en que estos átomos
ultrafríos constituyen la base para la construcción de
un dispositivo que permita resolver ciertos problemas
de complejidad tal que escapan a las posibilidades de
una computadora: el simulador cuántico.