La física moderna se basa en dos teorías fundamentales. Una de ellas, la
Mecánica Cuántica, permite describir los fenómenos a escala microscópica,
tales como la estructura de los átomos, las moléculas, y los procesos
sub-atómicos. La otra es la Relatividad General de Einstein, que permite
entender el Universo en las mayores escalas imaginables, donde la fuerza
de la gravedad es dominante, describiendo la física de las estrellas, las
galaxias, etc. Ambas teorías describen el Universo conocido, a escalas
completamente diferentes. Sin embargo, estas dos teorías son mutuamente
incompatibles cuando se trata de describir fenómenos extremos donde ambas
teorías juegan un papel fundamental. Eso ocurre en el Big Bang, que dio
origen al Universo, donde una inmensa cantidad de energía estaba
concentrada en dimensiones microscópicas. La solución de esta
incompatibilidad entre ambas teorías proviene de la Teoría de Cuerdas, la
cual establece un marco donde las partículas elementales se entienden como
las oscilaciones de supercuerdas. La Teoría de Cuerdas resuelve
el problema de la descripción cuántica de la gravedad, y asimismo
establece una descripción unificada de las teorías que describen la física
de las partículas elementales y de la gravedad.